Un agradecimiento especial a Eduardo Jiménez López por la traducción de este libro electrónico y su maravilloso trabajo.
© Emily Evans 2020
"Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está
Pues si el lobo aquí estuviera
Seguro nos comerá.
Pero como el lobo no está ... “
Con frecuencia me he preguntado si el lobo realmente nos comería, y sobre todo cómo reaccionarían todas estas personas que invitan a que paseemos por el bosque dada la supuesta ausencia del gran lobo feroz. Seamos realistas, si esta gente no estuviera jugando con fuego con el asunto del lobo, habría mucha menos probabilidad de que el lobo se los comiera.
Porque en último término ¿es el lobo realmente tan malo? Al fin y al cabo ¿no es propio de la naturaleza de un depredador como es el lobo el comerse a sus víctimas? Permítanme contarles una pequeña historia.
Entonces ¿la estás sintiendo toda? Dime gran putona… ¿la estás sintiendo bien?
Santo cielo ¿por qué carajo esta clase de hombres siempre me hacen la misma pregunta en este preciso momento? Cuando entró en esta habitación del motel que queda al lado de mi trabajo, este tipo barrigón y cincuentón ni siquiera había intentado entender.
Él me había empujado contra la pared, me había bajado la tanga, se había abierto la bragueta y luego de ponerme en cuatro había comenzado a penetrarme sin muchos miramientos. Con una mano me agarraba las nalgas para movérmelas con un ritmo brusco, con la otra me halaba el pelo hacia atrás.
Durante más o menos 3 minutos el tipo me soltó la misma cantinela vulgar como decirme "perra" y "¿te gusta esto puta?". En resumen, nada realmente original. En todo caso este hombre parece tan falto de sexo que calculo va a acabar en unos segundos.
Mientras tanto, tengo que cumplir con mi parte para que los últimos minutos de este pobre diablo sean satisfactorios.
¡Sí, sí, eres el mejor! ¡Me gusta tanto como me la metes!
¡Adelante, dime que era esto lo que estabas esperando! ¡Seguro te fascina cuando te clavo, puta sucia! Puta madre, voy a acabar.
¡Lo que les estaba diciendo!
Ellos van al club nocturno donde trabajo a satisfacer sus pequeñas inclinaciones perversas y a de vez en cuando clavarse algunas jovencitas. Pero finalmente no es mucho lo que tienen en los pantalones. Me doy cuenta cuando me la sacan y se desploman en la cama donde obviamente hacía unos momentos todavía no deseaban llegar.
Me subo mi tanga, ¿será que el caballero está preparándose para una segunda ronda? Ese es el punto. Para conseguir lo que estoy buscando voy a tener que hablarle todavía un poco más. Con estos tipos, con estos clientes, sólo hay una manera de que me den lo que yo quiero. Sólo hay una cosa que me produce un orgasmo en su compañía. Pero, por ahora, es demasiado pronto. Si lo hiciera así, ahora, sin un poco de puesta en escena, estaría muy falto de sabor.